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Mostrando entradas de agosto, 2015

Las algas

Llego a la playa con su bolsita de cremas solares y su toalla, la extendió en la arena, se sentó encima de la misma, se dio crema solar por todo el cuerpo y se puso los auriculares para escuchar música, aislarse de todo, relajarse y pasar un buen día tumbada al sol. La música sonaba y sonaba… una canción detrás de otra… y ella seguía relajada y tumbada en su toalla… hasta que se quedo dormida. Quería formar parte de la naturaleza, fundirse con el planeta y formar una sola cosa. Las algas que había debajo de la arena comenzaron a subir y abrirse paso… despacio… poco a poco… hasta llegar a la toalla. Una vez que se toparon con la toalla, comenzaron a hacer agujeritos en la misma, diminutos, atravesándola… “criii, criiii, criii, criiii” se podía escuchar si hubiésemos puesto un amplificador. Cuando las algas hubieron atravesado la toalla, comenzaron a cubrir toda la espalda de ella, fundiéndola con la arena a través de la toalla. Ella estaba boca arriba… y dormía plác

Cuando se deja ver

Estaba rota de dolor. No sabía cómo ocultarlo y decidió irse a la casita junto al lago. Su dolor era tan grande, que su piel se había llenado de bultitos blancos, por la cara, los brazos, las piernas… y todo el cuerpo. Se había puesto su chándal rojo cubriendo toda su cabeza con la capucha… y se había ido a la casita… junto al lago. Cada lagrima que derramaba era un bultito blanco nuevo… estaba desesperada… no sabía qué hacer. Dejó sus maletas en el porche y se dispuso a dar una vuelta. Caminando por el bosque, se rozo la cara con una rama de un árbol, reventando uno de los bultitos blancos, llenando su cara de ojos negros diminutos como si fuesen insectos. Le dolía toda la piel… y toda el alma. Su corazón estaba destrozado, aniquilado. Sus pensamientos no fluían con naturalidad, pensaba y pensaba a cada instante… “hubiese sido todo tan diferente”… “¿Cómo podre soportar esto?”… “¿Cómo podre superarlo?”… pensaba una y otra vez… atónita, con la mirada perdida… sin podérs

Ellas y Atila

Con solo cinco y tres añitos, se lanzaban a la piscina como nadadoras olímpicas. Los niños de alrededor las miraban admirados… y tía titipoco, solo quería que la enseñasen a bucear como solo ellas sabían hacerlo. “Tres, dos, uno… ¡ya!”… y a la voz de ¡ya! se lanzaban al agua en una orilla de la piscina y aparecían en el otro extremo. “No puede ser”, se decía tía titipoco una y otra vez… “¿Cómo podéis nadar así tan pequeñitas como sois?”… y ellas reían y reían… y cabeza arriba del agua y cabeza abajo. Por la noche, los demás niños de la “urba”, se reunían para ver si ellos podían nadar de esa manera, pero ninguno lo conseguía y como mucho, llegaban hasta la mitad de la piscina. Al dia siguiente, las dos niñas llegaban a la piscina, se duchaban y se tiraban a la voz de “ya” de tía titipoco… “Tres, dos, uno… ¡ya!”… y otra vez atravesaban la piscina por debajo del agua en solo tres o cuatro segundos. Todos los niños estaban agolpados en los bordillos mirando y cuando asoma

Vacío

Mis lectores me piden que escriba… y mi inspiración se ha ido de vacaciones, así que, no me queda otra que esperar a que vuelva. Ha cogido su maleta y me ha dicho “hasta luego”, así, sin más, dejándome en la más absoluta “mente vacía”… espero que vuelva pronto. Y aquí estoy sola, que me he levantado, me he hecho un café y una tostada… me he ido al saloncito… y se me ha caído la tostada al suelo, cayendo bocabajo… menos mal que no era de mantequilla, que era de aceite… si no, la que lía en el suelo es minina, así que, me he ido a la cocina y me he preparado otra, me he puesto delante del ordenador… y aquí estoy… mirándonos las caras… bueno no, las caras no, las teclas, o las pantallas, ¡eso eso!, mirándonos las pantallas. Solo quería deciros eso, que tengáis un poco de paciencia, a ver si vuelve doña Inspi, como yo la llamo, que claro, ahora volverá morenita y cansada, y habrá que esperar otros tantos días a ver si descansa, al menos espero que vuelva cargada de histori