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Mostrando entradas de abril, 2016

Buenas noches

Ayer por la tarde salgo de trabajar y llamo a Mer, me coge el teléfono mi yerno y me dice… “hola suegra, que Mer está ocupada, se pone enseguida, ¿Cómo estás?”… y yo le contesto que muy bien, que voy a comprar pavo porque me ayuda a dormir… y me dice… “¿¿¿el pavo te ayuda a dormir, pijo???” y sigue hablando el solo y diciendo, con voz muy fina y todo seguido… “¡apagalaluz, apagalaluz, apagalatu, apagalatu!”. Bueno, bueno, bueno, a mi me dio un golpe de risa que me quede doblada contra la pared en la acera y sin poder parar de reír de imaginarme la situación. El se imaginaba que yo me iba a comprar un pavo vivo (no sé quien vende eso ni donde), para que me ayudara a dormir… o ¡yo que sé lo que se imagino!... pero se ve que lo vio, al pavo dando vueltas por mi cuarto y diciendo eso de apaga la luz… pero la risa no se me quitaba. Un matrimonio, al verme contra la pared llorando de risa, se me acerca y me pregunta si estoy bien, yo no podía parar de reír… y les digo que sí, pe

Holocausto cuore

Cierto día, Mer estaba en un pub tomando una birrita… había música que le gustaba mucho… sus pies se movían sin querer al son de la canción. Cierto día, Is estaba en un pub tomando una birrita… había música que le gustaba mucho… sus pies se movían sin querer al son de la canción. Mer e Is, estaban de espaldas el uno al otro… no se conocían de nada, nunca se habían visto… De repente, los pies de Mer se fueron dos pasos más atrás sin poder controlarlos y pisaron los pies de Is… “¡Ay, me has pisado!”… balbuceo Is… y Mer se dio la vuelta al ver que sus pies habían pisado en blando… y ahí comenzó la odisea… Todo se torno a cámara lentísima… sus miradas se cruzaron… sus sonrisas invadieron sus caras… y sin poder ni pedir disculpas… Mer comenzó a expulsar corazones por todos lados… eran como globos rojos en forma de corazón, pero estaban hechos de un material blandito… no explotaban… y no podía parar de expulsar corazones. Is, que estaba en un momento ralentizado, al cruz

Walking with music

El otro día iba por el centro de la ciudad… y nunca sabes cuándo te van a asaltar las gallinitas que tenemos en la piel, que nos la levantan en forma de granitos y nos ponen los pelitos de punta. Había dos señores músicos callejeros tocando con un violín y un piano el moon river de Henry Mancini… me quede paralizada en medio de la calle… con los pelos de punta, los dedos de los pies abiertos y los ojos saltones. Y es que me gusta tanto esa pieza… al violín… que empecé a volar por toda la calle… a soñar despierta, a pararme en lo alto de las farolas, a seguir volando… y a imaginar… ¡necesito yo muy poco para ponerme a soñar despierta!. Me quede absorta delante de ellos, tenía mi nudo marinero en la garganta… entonces veía como las palomas, tan molestosas, me parecían hadas del bosque, como los señores y las señoras que piden monedas en ese sitio, se hacían reverencias  y se ponían a bailar al unísono… todo cambio delante de mis narices. El policía que había allí con sus

Impresora

Las tres de la tarde, entro a la oficina como todos los días. Abro el correo y veo uno donde me piden una documentación urgente. Intento imprimir el documento pero la impresora no funciona… ¡estrés!!! ¡Ansiedad!!! ¡Agobio!!!... me levanto de la silla y me voy al aparato infernal y empiezo a quejarme en voz alta y a decirle cosas preciosas a la impresora… y me dice, la buena mujer, que está llena de tóner residual y que necesita una ducha… me quedo mirando la pantalla, muy moderna ella y me empieza a dar instrucciones de cómo puedo limpiar esos residuos. “No parece tan difícil”. Sigo las instrucciones, retiro dos pestañas que hay de lado a lado debajo de los tóneres… y saco una especie de regleta que pesaba un quintal. La llevo hacia la papelera, y la vuelco en ella. Como la regleta es tan larga, lleno el suelo de polvo de tinta negra a los dos lados de la papelera y en la papelera no ha caído ni una motita… dejando el suelo más negro que el tizón. Sigo vaciando, pero esta

La bruja del bosque

Hoy ha amanecido un día soleado maravilloso… de esos de no querer estar en casa y le he propuesto a Cacoli de irnos a la ciudad a disfrutar de las gentes de la calle… y nos hemos puesto las gafas de sol, nos hemos pintado los labios y nos hemos marchado… a ver el mundo… así, sin más, solo con las gafas de sol, los labios pintados y unas gotitas de perfume… en “pelotapicá”… que noooooooo, que es broma, que íbamos con los vaqueros y las camisetas de ir a ver la gente. Caminando por la calle, una calle llena de cerebros ardientes, pensando en que tienda entrar a comprar ropa o zapatos o lagartijas o regaliz o ranas con pelo en el pecho… le he dicho a Cacoli que tenía hambre… y ella me ha contestado que también… y nos hemos metido en un café vintage  muy chulo que hay por el centro de la ciudad. Nos hemos sentado… y después de la caminata, hemos apoyado los riñones al jerez en los sillones y las dos a la vez hemos hecho… “ay, qué gusto”. Ha venido el camarero y le hemos pedido a

La flauta mágica

Las ocho de la mañana… “buenos días”, se oye una y otra vez… “buenos días”, “holi”, “bueeeenaaaaas”… Y así, al menos, unas cuarenta veces… es lo primero que se oye cuando entras a la oficina al empezar un día de trabajo. Las chicas esperamos expectantes… y entonces es cuando entra Él… a cámara lenta, o al menos así lo vemos… caminando lentamente hacia su mesa, dejando un halo perfumado… su pelo moviéndose encima de sus hombros… su sudadera, perfectamente colocada en su torso, hombros y pectorales. Se sienta… pone en orden todos sus lapices, la pantalla recta... la silla en linea con la mesa... y todas pestañeamos a cámara lenta… suspiramos… nos miramos con complicidad… y sonreímos. Es el mejor momento del día. Él es como Tarzán, pero sin el “como”… Come con nosotras, se ríe con nosotras, habla con nosotras, come gominolas con nosotras… es una más, pero sin la “una”. Por la tarde, antes de irnos a casa, se tira a la piscina… se lanza de cabeza… pero antes, se pone e

Pepo

Las seis y dieciocho minutos de la mañana… me levanto y me encuentro a Pepo en el pasillo… “¿vamos?”… me dice… yo le digo, “¡vamos!”… misión… “ENCUENTROS CON EL SOL”. Cogemos el coche y recorremos dieciocho kilómetros, aparcamos en la falda de un montecito… y subimos el resto caminando… (cuanto me hubiese gustado que hubiese sido el Everest)… Llegamos a lo alto del monte y ¡zasca!... el paisaje más bonito jamás visto… ahí nos quedamos los dos mirando el horizonte… esperando la salida del sol. El me habla y yo le hablo… me cuenta cosas… cosas de la vida, cosas suyas, cotidianas, yo le digo lo que opino… esperando la salida del sol. Hay quietud, silencio, salvo los pájaros y perros a lo lejos, a lo muy lejos… pero no dejamos de mirar al horizonte… El mar nos saluda, pero apenas lo escuchamos porque está muy quieto… y hace bien estar, no hace nada de aire, todo está templado… y Pepo me sigue hablando y contado cositas… y lo escucho… y él me escucha… que si lo hace delante